jueves, 30 de octubre de 2008

MAREA ROJA

Es un raro fenómeno que da un tinte sanguinolento a las aguas (por el que también se le conoce como hemotalasia, del griego hemos, hematos, sangre; y thalasos, mar), en las que comienzan a flotar incontables peces muertos, que luego las olas arrojan a la playa. Del mar emanan vapores invisibles que causan escozor en los ojos y la nariz. Al inhalarlos, arde la garganta, la respiración se vuelve difícil, se sufren accesos de tos y, en ocasiones, la piel comienza a irritarse.

En México se le conoce como “agua amarga” o “agují”. Ese mismo nombre se utiliza en Cuba, además de “tingui”. En Perú es el “aguaje”; “huirihue” o “virigüe” en Chile; “el turbio”, en Venezuela; “purga do mar”, en España (Galicia); “eau rouges”, en Francia; “l’acqua rossa”, en Italia; “red tides” o “red waters”, en Inglaterra; “akashisho”, en Japón…

Es el resultado de la multiplicación desorbitada de minúsculos habitantes de las aguas. Se trata, principalmente, de microalgas y otros microorganismos del fitoplancton, entre los que podemos mencionar a los dinoflagelados. En 1957 se descubrió que uno de los causantes era el Gymnodium brevis, que mide apenas de dos a tres milésimas de milímetro, pero que es capaz de reproducirse en cantidades prodigiosas, a tal grado que puede llegar a hacer espesa el agua, como si fuera sangre.

Es un dinoflagelado que posee finísimos apéndices, los cuales le sirven como órganos de locomoción. No es un animal, ya que contiene elementos clorofílicos como los de las plantas. Tampoco es un vegetal, puesto que tiene una movilidad típica de los miembros del reino animal. Es más bien un organismo de transición entre lo vegetal y lo animal, aunque algunos científicos prefieren considerarlo como un alga microscópica.

Uno de sus pigmentos clorofílicos, la xantofila, ocasiona la peculiar coloración de las aguas. La xantofila es la que en otoño da a las hojas de los árboles, de las altas latitudes, sus característicos colores anaranjados, amarillos y rojizos. En el caso de los dinoflagelados, cuando su concentración en el agua es muy elevada, le imparten un tono pardo, amarillento, rojizo y aún rojo intenso.

Normalmente el número de estos diminutos organismos en un litro de agua marina es muy pequeño, del orden de unas docenas, o si acaso centenares de ejemplares por litro. Hasta mil se considera una concentración baja, que no implica ningún riesgo para los demás organismos. Pero cuando alcanza cifras del orden de 100 mil o más, la situación se torna peligrosa. Al llegar a un cuarto de millón por litro, el agua adquiere el color típico de los mares de sangre y comienza la mortandad de peces y otros animales. Mueren de asfixia porque los dinoflagelados, con su intensa actividad biológica, consumen grandes cantidades de oxígeno y empobrecen las aguas. Mueren también envenenados, ya que los dinoflagelados producen ciertas toxinas que afectan al sistema nervioso y desquician la actividad de músculos y membranas.

A ese aumento exagerado en la población de estos microorganismos se le conoce como florecimiento, floraciones algales o “bloom”. Ocurre principalmente en la superficie del agua, y su espesor va de pocos centímetros hasta unos 100 metros. Por lo común, el fenómeno abarca extensiones reducidas, de unas cuantas hectáreas, o a lo sumo, de unos kilómetros cuadrados.

Existen otros microorganismos, como las algas unicelulares o coloniales, las diatomeas, protozoos ciliados e incluso algunas larvas de invertebrados que imparten otras tonalidades al agua. Los colores pueden ser amarillo, anaranjado, azul, café, marrón, pardo, rosa y verde. Esas tonalidades se deben a los distintos pigmentos que poseen esos organismos.

En el caso de aguas dulces son las algas azules o cianofíceas, las verdes o clorofíceas y las flageladas, como las euglenas y también las diatomeas las que producen diferentes coloraciones. Para que estos microorganismos se puedan desarrollar es necesario que no exista mucha corriente. Son entonces los lagos, lagunas y charcas permanentes los hogares de estos microorganismos.

En Argentina la diatomea Asterionella japonica produce una coloración marrón, llamada “yodo”, que es utilizada como bronceador. No todas las floraciones son peligrosas para el ser humano, pero algunas pueden llegar a ser letales.

La marea roja aparece con frecuencia en varias partes del mundo y la mortandad ha llamado la atención en la costa del sureste de la India, suroeste de África, sur de California, Florida, Perú, sureste de Asia, Indonesia, Polinesia y Japón.

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